Publicado en el Boletin Nº 10 de Río Abierto - 2 de Julio del 2004 Río Abierto
En el Perú existe una larga y atesorada costumbre: ser hincha sufrido de uno de nuestros mediocrones equipos locales a los cuales catalogamos como “los mejores del mundo”. Esto es lo más normal y se explicaba mucho mejor antes de que existiera el acceso masivo a la diversidad de medios de comunicación hoy existentes y a las esporádicas oportunidades que teníamos de ver jugar un equipo de otras latitudes.
Yo era hincha acérrimo de Universitario de Deportes. Una institución con una larga historia (fundado en 1924), con 24 títulos en sus vitrinas y famoso por su temple luchador. No por nada se le conocía (y se le conoce hasta hoy) como la “Garra Crema”.
Cuando digo “era” no me refiero a que haya dejado de tenerle un afecto especial a la “U” si no que con la edad, el cable y algunos torneos internacionales en los cuales no hemos sido capaces de pasar de la segunda ronda me he vuelto, tengo que admitirlo, más racional en mis pasiones. Si eso es posible.
Sin embargo, cuando del torneo nacional se trata me sigue sabiendo amargo ver como al equipo actual le cuesta mantenerse, y muy a duras penas, a media tabla; sin mencionar la patética actuación del equipo en la ultima temporada, donde se peleaba con los coleros. Si a esto le añadimos los conflictos internos en la dirigencia del Club y el prontuario policial de sus jugadores la situación se complica aun más.
He sostenido en varias oportunidades que, para mí, una de las explicaciones de la situación actual por la que atraviesa el País, es que el Estado Peruano, y más específicamente el gobierno, ha sido capturado por bandas y gavillas de diversa estirpe que no buscan de él más que la prebenda y el usufructo personal, sea este de índole político social -vía el clientelismo, el patrimonialismo, el tutelaje, la persecución y el chantaje- o de carácter económico -vía el rentismo y la corrupción. Ambas, con la finalidad de lograr sus fines, usan de manera indistinta, las herramientas políticas más antidemocráticas, autoritarias y violentas, incluso en tiempos de paz y de cierto desarrollo de ciudadania. Es de esta forma que, dirigentes políticos, sociales, económicos, militares, culturales y religiosos han visto en el Estado, el preciado botín del cual apropiarse, para hacer de él lo que les “pegue la regalada gana”.
De la misma forma, o mejor dicho, utilizando la misma lógica, las últimas dirigencias cremas, sus jugadores y sus barras organizadas han convertido el Club en su patrimonio particular o mejor dicho en “su chacra”. Estatutos obsoletos y ambiguos, grupos de “empresarios” organizados en diferentes listas que se turnan el poder y que antes de apostar por la institución, defienden a capa y espada a sus “fichajes”, jugadores (¿?) agrupados en argollas encargadas de destruir al más pintado de los entrenadores cuando de defender sus puestos se trata, y mucho más proclives a salir en algún programa de espectáculos de la TV local rodeados de botellas de alcohol, si es que no en las páginas policiales de los diarios, a lo que se suman las bandas organizadas de las llamadas barras bravas, cuyos líderes “administran” las prebendas y favores de los llamados dirigentes en sus respectivos circuitos de pandillas vandálicas. Los nombres de los implicados ya se conocen hasta el hartazgo: Alfredo “el gordo” Gonzáles, Javier “el ronco” Aspauza, “puma” Carranza, “machito” Gómez, “Chiquito” Flores, entre otros.
Es El Gordo Gonzáles quien afirmó, ante una acusación fundada de corrupción a jugadores de otros equipos, que todas estas críticas lo tenían sin cuidado ya que “lo que importaba eran los títulos” (de hecho la “U” ganó 6 títulos de los 10 disputados entre 1990 y el 2000) Ingratas palabras que nos producen reminiscencias con el popular “no importa que robe, pero que haga obra”. El tiempo, sin embargo, ha demostrado que si importaba. Las corruptelas y los compadrazgos se han extendido; las deudas por malos manejos han hecho del club un pobre paria y los resultados futbolísticos se han, prácticamente, esfumado; y lo que es peor, la desilusión, el desánimo y la desconfianza se han apoderado de la sufrida hinchada. Universitario de Deportes es un Club del Perú y es otra clara muestra de la situación de calamidad y destrucción en que se encuentran las instituciones en peruanas y uno de los fieles reflejos de la crisis de nuestra sociedad.
Pero esto no tendría porque extrañarnos las actitudes del Gordo Gonzáles cuando decidió cortar la posibilidad de que se use el Monumental para la Copa América, donde el Perú es el país anfitrión, produciéndole no solo enormes pérdidas económicas al Club, los dueños de los palcos Suite, la empresa Gremco, la Federación Peruana de Fútbol, sino también a la imagen del Perú. Total, para el Sr. Congresista, la “U” es su chacra, tal y como seguramente lo será, para él, el Congreso y nuestro país.
Como en el Estado Peruano, las gavillas y bandas que tienen secuestrada la “Garra” se olvidaron que la “U” es más que un equipo de fútbol, es una institución que, a contrapelo de lo que diga la otra mitad de la población peruana, tiene gran raigambre popular. Es parte de la cultura nacional. Olvidaron su historia, sus copas, sus héroes y sus jornadas históricas... olvidaron que la U es “del balompié peruano... la máxima expresión”.
¿Cual o cuales son las soluciones? ¿Es el dinero ofrecido por algún poderoso inversionista?. Sin decir que esta no sería de una gran ayuda (al fin y al cabo el fútbol es uno de los negocios e entretenimiento que más dinero mueve en el mundo), lo más sensato sería invertir tiempo y esfuerzo en modernizar y moralizar el Club. ¿Cuáles serian estas medidas? Las mismas que estamos viendo florecer, con algunas dificultades, en todo el territorio peruano: fortalecimiento de la participación y vigilancia pro parte de los socios e hinchas, transparencia económica y de gestión, rendición de cuentas, diversificación institucional, responsabilidad social de la empresa, etc.
Lamentablemente estas palabras son un idioma desconocido para nuestro padre de la patria y “dueño” de la chacra en que se ha convertido el día de hoy Universitario de Deportes, y es difícil esperar que un milagro lo ilumine. La respuesta está, nuevamente, en manos de la propia hinchada crema. ¡Y DALE U!
Originalmente publicado en: Río Abierto