Escena Uno: Reunión nacional de la Defensoría, Ancón, Lima. Doscientos funcionarios de todo el país están reunidos para planificar las actividades del próximo año. Sin embargo, esta reunión es distinta a las anteriores. Ahora el Defensor está proponiendo hacer cambios estratégicos. La Defensoría disfruta de amplio apoyo entre la población, y es considerada altamente eficiente en el cumplimiento de su misión. Pese a esto, el Defensor cuestiona el rol que la Defensoria juega en la vida de los muy pobres.
El proyecto Derechos Humanos para la Salud, de DFID, fue diseñado con el propósito de fortalecer la capacidad de la Defensoría para defender el derecho a la salud de los muy pobres. El proyecto ha ayudado a activar este proceso de cuestionamiento institucional. Hay dos cuestiones principales en juego:
• El mandato de la Defensoría: consiste en vigilar que el Estado cumpla con sus funciones, monitoreando y evaluando la implementación de las políticas públicas, pero estas políticas normalmente reflejan los intereses y demandas de los que ya se han hecho escuchar, aquellos que ya poseen identidad, información y poder;
• Las modalidades de operación de la Defensoría, su organización, estrategia e instrumentos: están diseñados para escuchar y responder a los reclamos de los ciudadanos, pero los que reclaman son principalmente los que ya tienen poder.
Hoy el Defensor está tratando de responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué cambiar si somos altamente apreciados? ¿Qué cambios deben hacerse a fin de que la Defensoría sea útil a los que no tienen ni voz ni ciudadanía ni información, y están social y políticamente excluidos? ¿Qué puede hacerse para que la Defensoría dé pasos proactivos en la definición de políticas públicas que incorporen los intereses y demandas de los hombres y mujeres más pobres y excluidos del Perú?
Escena Dos: Chiclayo, Lambayeque. La Ministra de Salud está lanzando el referéndum sobre la salud en alianza con el gobierno regional. El Ministerio de Salud es el principal prestador de servicios de salud en el Perú. No obstante, las personas más pobres del Perú no tienen acceso a sus servicios. Desde que fue designada, la nueva Ministra de Salud ha convocado a una campaña de defensa de los derechos y obligaciones de los ciudadanos. Esto ha implicado implementar mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, abrir canales para la participación de la sociedad civil y establecer nuevas alianzas con los que hablan por las personas más pobres. La palabra “derecho” se escucha ahora a todos los niveles en las declaraciones públicas.
Sin embargo, la Ministra enfrenta serias resistencias, la más fuerte de las cuales proviene de los que tienen el poder de facto: los gremios profesionales (principalmente médicos), burócratas y la Iglesia Católica Romana. Por una razón u otra, estos sectores se niegan sistemáticamente a permitir la participación de los ciudadanos en el diseño, implementación y evaluación de la política de salud pública.
Las preguntas que surgen hoy son: ¿Qué instrumentos deben usarse para asegurar el pleno ejercicio del derecho a la salud? ¿Cómo brindar ideas con contenido de modo que los conceptos pasen de la palabra a la acción? ¿Qué alianzas deben desarrollarse para contrarrestar esta férrea oposición?
Escena Tres: Reunión del consejo directivo de ForoSalud. Agenda: El fortalecimiento de ForoSalud en el plano local y regional. ForoSalud está consciente de que la principal crítica que enfrenta es que es una organización de “gente intelectual y urbana, de la clase media blanca limeña”, y está aumentando las oportunidades que ofrece para la participación local, de modo que los sectores más pobres puedan tener una ocasión real de hacer que sus opiniones sean incluidas dentro de la agenda pública.
Paradójicamente, por hablar en nombre de la salud pública para los pobres, ForoSalud se ha puesto recientemente entre la espada y la pared. Desde que se declaró a favor de la píldora anticonceptiva de emergencia y contra la inclusión de fármacos genéricos en las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio —dos posturas que tienen un impacto enorme y beneficioso para la salud de las personas más pobres—, algunos donantes han empezado ahora a considerarlo “demasiado radical” y, como consecuencia han reducido o condicionado su apoyo, afectando con ello la capacidad de ForoSalud de llevar a cabo su trabajo en el plano local.
Desarrollar la capacidad de escuchar a los muy pobres y al mismo tiempo influir en la política pública requiere la movilización de considerables recursos.
¿Cómo puede desarrollar una agenda común a todos sus miembros? ¿Cómo garantizar su independencia? ¿Cómo evitar ser cooptado? ¿Cómo canalizar la voz de los que no tienen voz? Estas imágenes dan una idea de la clase de trabajo en que DFID decidió hacer sus intervenciones. Demuestran procesos innovadores que, aunque sólo en sus etapas iniciales, reflejan una sociedad capaz de cambiar. Son procesos marcados por paradojas, tensiones y preguntas. Hay más preguntas que respuestas.
Al traer al primer plano del debate la pobreza y la exclusión, desnudan una sociedad caracterizada por la exclusión política, jerarquías y relaciones de poder desiguales. Son procesos que nos hacen cuestionarnos profundamente como individuos, como organizaciones y en la manera en que nos relacionamos unos con otros.
Publicado en "Alianzas contra la Pobreza – La experiencia del DFID en el Perú 200-2005" :Versión en Español English Version
El proyecto Derechos Humanos para la Salud, de DFID, fue diseñado con el propósito de fortalecer la capacidad de la Defensoría para defender el derecho a la salud de los muy pobres. El proyecto ha ayudado a activar este proceso de cuestionamiento institucional. Hay dos cuestiones principales en juego:
• El mandato de la Defensoría: consiste en vigilar que el Estado cumpla con sus funciones, monitoreando y evaluando la implementación de las políticas públicas, pero estas políticas normalmente reflejan los intereses y demandas de los que ya se han hecho escuchar, aquellos que ya poseen identidad, información y poder;
• Las modalidades de operación de la Defensoría, su organización, estrategia e instrumentos: están diseñados para escuchar y responder a los reclamos de los ciudadanos, pero los que reclaman son principalmente los que ya tienen poder.
Hoy el Defensor está tratando de responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué cambiar si somos altamente apreciados? ¿Qué cambios deben hacerse a fin de que la Defensoría sea útil a los que no tienen ni voz ni ciudadanía ni información, y están social y políticamente excluidos? ¿Qué puede hacerse para que la Defensoría dé pasos proactivos en la definición de políticas públicas que incorporen los intereses y demandas de los hombres y mujeres más pobres y excluidos del Perú?
Escena Dos: Chiclayo, Lambayeque. La Ministra de Salud está lanzando el referéndum sobre la salud en alianza con el gobierno regional. El Ministerio de Salud es el principal prestador de servicios de salud en el Perú. No obstante, las personas más pobres del Perú no tienen acceso a sus servicios. Desde que fue designada, la nueva Ministra de Salud ha convocado a una campaña de defensa de los derechos y obligaciones de los ciudadanos. Esto ha implicado implementar mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, abrir canales para la participación de la sociedad civil y establecer nuevas alianzas con los que hablan por las personas más pobres. La palabra “derecho” se escucha ahora a todos los niveles en las declaraciones públicas.
Sin embargo, la Ministra enfrenta serias resistencias, la más fuerte de las cuales proviene de los que tienen el poder de facto: los gremios profesionales (principalmente médicos), burócratas y la Iglesia Católica Romana. Por una razón u otra, estos sectores se niegan sistemáticamente a permitir la participación de los ciudadanos en el diseño, implementación y evaluación de la política de salud pública.
Las preguntas que surgen hoy son: ¿Qué instrumentos deben usarse para asegurar el pleno ejercicio del derecho a la salud? ¿Cómo brindar ideas con contenido de modo que los conceptos pasen de la palabra a la acción? ¿Qué alianzas deben desarrollarse para contrarrestar esta férrea oposición?
Escena Tres: Reunión del consejo directivo de ForoSalud. Agenda: El fortalecimiento de ForoSalud en el plano local y regional. ForoSalud está consciente de que la principal crítica que enfrenta es que es una organización de “gente intelectual y urbana, de la clase media blanca limeña”, y está aumentando las oportunidades que ofrece para la participación local, de modo que los sectores más pobres puedan tener una ocasión real de hacer que sus opiniones sean incluidas dentro de la agenda pública.
Paradójicamente, por hablar en nombre de la salud pública para los pobres, ForoSalud se ha puesto recientemente entre la espada y la pared. Desde que se declaró a favor de la píldora anticonceptiva de emergencia y contra la inclusión de fármacos genéricos en las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio —dos posturas que tienen un impacto enorme y beneficioso para la salud de las personas más pobres—, algunos donantes han empezado ahora a considerarlo “demasiado radical” y, como consecuencia han reducido o condicionado su apoyo, afectando con ello la capacidad de ForoSalud de llevar a cabo su trabajo en el plano local.
Desarrollar la capacidad de escuchar a los muy pobres y al mismo tiempo influir en la política pública requiere la movilización de considerables recursos.
¿Cómo puede desarrollar una agenda común a todos sus miembros? ¿Cómo garantizar su independencia? ¿Cómo evitar ser cooptado? ¿Cómo canalizar la voz de los que no tienen voz? Estas imágenes dan una idea de la clase de trabajo en que DFID decidió hacer sus intervenciones. Demuestran procesos innovadores que, aunque sólo en sus etapas iniciales, reflejan una sociedad capaz de cambiar. Son procesos marcados por paradojas, tensiones y preguntas. Hay más preguntas que respuestas.
Al traer al primer plano del debate la pobreza y la exclusión, desnudan una sociedad caracterizada por la exclusión política, jerarquías y relaciones de poder desiguales. Son procesos que nos hacen cuestionarnos profundamente como individuos, como organizaciones y en la manera en que nos relacionamos unos con otros.
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