viernes, diciembre 09, 2005

Cerebros emigrantes y el derecho humano a la salud

Un reporte preliminar producido por el Ministerio de Salud informa que 24,273 profesionales de las salud (13700 de los cuales son médicos) han emigrado del Perú en el 2004. Este dato se suma a otros producidos internacionalmente en los cuales el país resalta como uno de los que expulsa más profesionales en el continente, en general, y con una de las tasas de emigración más altas de médicos, en particular

Sin embargo, todos los estudios internacionales advierten, también, de la fragilidad de las fuentes de información sobre la cual estos cálculos han sido construidos. Aun así, e independientemente de la calidad del dato, la conclusión es la misma: el fenómeno existe y empieza a tener efectos significativos sobre los sistemas de salud peruano.

Esta tendencia, sin embargo, no es nueva, ya que se produce de antaño en los servicios rurales y urbanos marginales, donde los profesionales emigran a diario hacia las grandes urbes dejando los servicios desatendidos. Lo novedoso se encuentra en el hecho que la migración afecta, cada vez más a los servicios de salud urbanos.

El tema es central para los que nos sentimos comprometidos con la promoción y la defensa de los derechos humanos, ya que los servicios de salud dependen sustancialmente de la presencia de recursos humanos calificados para la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, el tratamiento de las mismas y la rehabilitación, cuando fuere necesaria.

Por tanto, la puesta en marcha de políticas claras en el tema es de una necesidad impostergable. Esta deberá sostenerse sobre la base de la construcción de evidencias que nos permitan entender mejor el fenómeno. He aquí algunas preguntas que deberán ser absueltas en el futuro inmediato. ¿Qué tipo de migración tenemos?, ¿Es solo física?, es decir, de aquellos profesionales que deciden abandonar el país en búsqueda de un mejor futuro, o también lo es intelectual, cuando los profesionales no dejan el país, pero su producción intelectual no es utilizada para nuestra realidad. ¿Cuáles son los incentivos y des-incentivos que motivan esta movilización? Cuál es el peso de los factores estructurales (mejores oportunidades para el desarrollo profesional, mejor salario, condiciones de trabajo y condiciones de vida de sus familiares) y cuales los culturales (“lo que se produce en el norte es mejor”). ¿Las condiciones del servicio son tan precarias que se convierten en una amenaza para la salud del profesional? El VIH-SIDA ha tenido efectos devastadores en los proveedores de servicios en África.

Otra pregunta que necesita ser contestada está en relación al modelo de atención para el cual queremos retener a los profesionales. Si la respuesta es un modelo curativo-reparativo altamente sofisticado, probablemente nuestra atención se concentre de manera especial en los médicos; pero, si el énfasis esta puesto en lo preventivo promocional, el acento se pondrá en profesionales mejor capacitados para esas tareas.

La tercera pregunta, algo más compleja, pero relacionada con lo anterior, se refiere al evidente conflicto moral. Es decir un conflicto de los derechos. Por un lado el derecho a la autonomía personal, a la prosperidad económica y al crecimiento profesional; es decir, al desarrollo pleno de las capacidades y libertades individuales. Por el otro tenemos el derecho a recibir una atención de salud de calidad, a tener acceso a servicios de salud adecuados, el derecho a la salud y la vida. Pregunta para la que probablemente no hay respuesta, pero que necesita ser explorada a profundidad, por sus implicancias éticas y morales. Aun más, este debate cobra relevancia mayor en el caso del Ministerio de Salud, cuyo mandato es brindar servicios de salud a aquellos que viven en situaciones de miseria y exclusión social.

La experiencia mundial señala cuatro grupos de estrategias. Ninguna de ellas con resultados totalmente satisfactorios, pero de los cuales se pueden extraer lecciones. El primer grupo se refiere al establecimiento de medidas de control: impedir la emigración ilegal, y aumentar la estabilidad política y económica; el segundo se refiere a reformas a la educación superior y liberalizar la migración, es decir aumentar la oferta educativa y, por tanto, la oferta de recursos en el mercado; el tercero grupo lo constituyen mecanismos de compensación: aumentar lo impuestos de salida o aumentar la carga impositiva a las remesas económicas de los profesionales en el exterior; y, las últimas medidas son de conexión, donde el énfasis esta puesto en la constricción de redes de intercambio, promoción de doble ciudadanía, entre otros.

Aunque le problema se agudiza, más aún bajo los efectos de la globalización, el traslado de estas experiencias y lecciones al contexto nacional deberán pasar por un análisis serio de la características de nuestra migración de profesionales, el tipo se sistema de salud que queremos construir y cuál es el rol que cumple el Ministerio de Salud en él, desde una perspectiva de derechos humanos.

Víctor Zamora
Diciembre, 2005

[1] Informe al País: “Situación y Desafíos de los Recursos Humanos en Salud en Perú”
[2] http://www.migrationdrc.org/publications/working_papers/WP-T15.pdf
[3] N Engl J Med. 2005 Oct 27;353(17):1850-2.
[4] División arbitraria, para fines del artículo.